Baluarte de Santiago y ruinas de la maestranza |
En el artículo de hoy, se hace una reseña sobre la destrucción de las murallas de la ciudad de Campeche, un episodio de la historia local muy polémico pero que no fue único de Campeche, pues se trató de una corriente urbanística de la época en la cual participaron muchas ciudades europeas y americanas.
Es la primera parte de una publicación más extensa.
Por Víctor Alfonso Medina Lugo
Puerta de Tierra |
La historia de la ciudad y puerto de San Francisco de
Campeche durante la época colonial se encuentra entrelazada con la piratería en
el Caribe y Golfo de México. A lo largo de ciento cincuenta y dos años la
población padeció asaltos, robos, destrucciones por incendios y muchas otras
atrocidades a manos de piratas franceses, ingleses, holandeses e incluso
españoles.
Como consecuencia de estas acciones, las autoridades españolas
ordenaron la fortificación de la villa, un enorme proyecto que incluyó ocho
baluartes, diez lienzos de muralla, cuatro puertas, cuatro baterías externas y
dos fuertes en cerros cercanos a la villa. Todo ello construido a lo largo de
diversas etapas de los siglos XVII y XVIII.
El siglo XIX trajo consigo nuevos aires políticos que
llevaron a la independencia de México y a la búsqueda de un proyecto de nación.
Esto no fue siempre de la manera más pacífica y las fortalezas campechanas en
más de una ocasión defendieron a sus habitantes de las amenazas de otras
potencias, ya fueran los meridanos, los indios alzados, los conservadores
imperialistas o los franceses quienes buscaban apoderarse de la ciudad.
Finalmente, con la caída del II Imperio Mexicano y la
llegada al poder por parte de los liberales encabezados por Benito Juárez, se
llegó a una estabilidad política que se consolidó años más tarde con el ascenso
de Porfirio Díaz Mori a la presidencia de México. El triunfo de la república a
nivel local llevó a la instalación nuevamente del gobernador Pablo García. Con
la “pax porfiriana” los baluartes campechanos se convirtieron en una amenaza y
un obstáculo para el progreso, tanto en lo político como en lo urbanístico. El
proyecto político de los liberales buscaba formar una nación prospera, moderna
y con estabilidad interna, eliminando el período de anarquía que se mantuvo
hasta el triunfo del Juarismo.
Con la estabilidad política del gobierno de Díaz, las
construcciones de Campeche fueron cayendo en desuso poco a poco y empezaban a
verse como un estorbo a las intenciones de modernización de la población. Estos
pensamientos se encontraban influenciados por las tendencias de las ciudades
europeas de liberarse de sus murallas al ser un obstáculo para el crecimiento y
el nuevo desarrollo.
En el siglo XIX las capitales europeas decidieron hacer
caer los muros que las rodeaban en un hecho que se convirtió en condición
indispensable para la modernización y la expansión urbanística con la
construcción de amplias avenidas y ensanches.
Las ciudades que se consolidaron como modelos a seguir en el desarrollo fueron
Londres, Edimburgo, Liverpool, Hamburgo, París, Marsella y Ámsterdam.
Viena convocó a un concurso internacional para remodelar
las aéreas adyacentes a las murallas en 1853 y el proyecto ganador consistió en
la sustitución de las fortificaciones por un área verde en lo que fue la
antigua campaña.
Le siguieron los muros de las ciudades de Colonia, Leipzig y Copenhague. Las
ciudades españolas no se quedaron atrás y pronto los ayuntamientos de
Barcelona, Córdova, Sevilla, Valencia, Madrid y Pamplona iniciaron gestiones
para el derrumbe de sus recintos amurallados. En América, las mismas tendencias
empezaron a adoptarse en ciudades porteñas como Veracruz y La Habana, con las
cuales el puerto de Campeche mantenía una estrecha relación y de las que
recibió mucha influencia.
Son varios los argumentos que pueden considerarse como
los principales motivos para el derribo de las murallas, algunos de ellos
compartidos por casi todas las ciudades. El primero de ellos era el gran
aumento de población entre las viviendas de intramuros y de los barrios que la
rodeaban, se estima que para el inicio de las demoliciones esta zona
concentraba tres cuartas partes de la población total, por lo que las murallas
suponían un impedimento para la ampliación y comprimían físicamente a la
ciudad, creando un situación de hacinamiento con calles lóbregas e insanas. La
idea general de modernización era una ciudad sustentada en la salubridad del
espacio urbano, el estado de salud y los niveles de mortalidad, por lo que esta
situación contrastaba con ella[6].
Un segundo factor era la cuestión higiénica, especialmente luego de la gran
cantidad de epidemias que había sufrido la península, la gente vinculaba la
poca circulación de aire con las enfermedades que padecían. El tercer y más
esgrimido argumento era la enorme dificultad de comunicación tanto de los
habitantes de intramuros como de extramuros ya que tenían que atenerse a los
únicos cuatro accesos que existían y los horarios que estos tenían, además del
pago que debían realizar para cruzar de una parte de la ciudad a la otra. El
último motivo es el que corresponde a las políticas de centralización del poder
por parte del gobierno del General Porfirio Díaz, las cuales no podían permitir
que una ciudad como Campeche, cuyas murallas detuvieron a varios ejércitos,
pudiera continuar con esas fortificaciones. Estas fueron las razones por lo que
el gobierno porfirista da el visto bueno a las solicitudes de demolición del
recinto.
Las demoliciones iniciaron en junio de 1893, el coronel Fernando Lapham
solicitó y obtuvo la autorización para las obras de derribo del tramo de
muralla frente al cuartel militar, en el cruce de las calles 8 y 61. Las obras
se inauguraron el día 24 de junio de ese mismo año. Consistían en una puerta
con dos escaleras a los lados para mantener la comunicación del paso de ronda.
Meses más tarde se derrumbó todo el lienzo de muralla que iba del
baluarte de San Carlos al de La Soledad, desapareciendo la Puerta de Mar con su
cuerpo de guardia. No se derribó de modo total, ya que se dejó un pequeño muro
de 40 a 50 centímetros. Justo frente a la puerta del cuartel se construyó una
especie de terraza ensanchada hacia el mar, con forma triangular y que contaba
con un garitón de vigilancia, a este lugar se le llamó Calzada 2 de abril.
En las mismas fechas se ordenó construir un nuevo muelle para dar
servicio al mercado, ya que la Federación había reclamado sus derechos sobre el
antiguo. Éste se levantó en un terreno aledaño al mercado, limitado por el
lienzo de muralla que iba de La Soledad al baluarte de Santiago. Para poder
acceder a él, fue necesaria una demolición en el muro y la apertura de una
nueva puerta a la altura de la Calle 53. Para el año de 1910, según fotografías
da la época, este lienzo de muralla ya había sido destruido en su totalidad,
dejando un gran espacio hacia el mar.
En el año de 1894, una disposición de la Secretaría de Guerra y Marina
autorizó el derribo de un nuevo tramo de muralla y la apertura de un paso que
uniera la calle del Comercio o Calle 10, con la Calle Real de los barrios de
Guadalupe y San Francisco. Con estas obras desaparecía la Puerta de Guadalupe.
En este lugar se construyó el Paso Porfirio Díaz, y las obras se inauguraron el
día 15 de septiembre de ese año. Antes de finalizar el año de 1894, se
realizaron otras demoliciones para prolongar las calles de Iturbide, o 53;
Independencia, o 55; y la calle Zaragoza, o 63.
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