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La industria cocotera en la finca “Las Palmas” de Sabancuy. 1924-1979

Son cuatro los principales motores económicos que ha tenido el estado de Campeche a lo largo de su historia. El palo de tinte, el coco, el camarón y el petroleo.
En el presente artículo, hablamos un poco de lo que fue la industria del coco en el sur de estado.



Es poco lo que se ha estudiado de las diferentes industrias que desarrollaron al estado de Campeche, la mayoría de los trabajos se centran únicamente en las industrias camaronera y petrolera. Sin embargo, durante muchos años el negocio de la copra sirvió de motor económico en la región costera de Sabancuy, considerada una actividad con su propia dinámica.
La villa de Sabancuy se encuentra ubicada en el municipio de Carmen, al suroeste del estado de Campeche. Para principios del siglo XX, la población aproximada en ella era menor a los 3000 habitantes, los ejidatarios sumaban alrededor de 100 y otros 50 se dedicaban a la ganadería. A unos 12 km de distancia de la villa se encuentra la que fuera la principal finca cocotera de la región durante muchos años, Las Palmas.
Los años de mayor auge de la finca datan de 1924 a 1979, período en que tuvo como administrador a don Pablo Novelo, quien consolida el negocio propiedad de don David Selem, hasta su retiro por motivos de salud.
Aunque las Palmas era la principal productora de copra, hay que aclarar que no era la única en la región.
La copra, única producción de exportación en Las Palmas, se relaciona con la extracción de la pulpa seca del coco y su nombre se deriva de la palabra en malayalam (idioma oficial del estado de Kerala en la costa sur de la India) koppara que significa coco seco.
El aceite de coco se extrae rallando la copra e hirviéndola después en agua. Ésta fue desarrollada como un producto comercial por los mercaderes de los mares del sur y del centro de Asia hacia 1860. En la actualidad se obtiene en fábricas especializadas que lo extraen mediantes prensas mecánicas o por medio de solventes. Con las primeras se obtiene un 60% de éste y un residuo llamado pasta de coco, que es un alimento muy nutritivo para el ganado vacuno, principalmente lechero. Se procesa para quitarle la acidez y el color y se usa principalmente para fabricar jabones. Hidrogenado, se usa como manteca en panaderías, chocolate, rellenos de galletas e inclusive en leche en polvo y quesos, además, en una cantidad considerable de alimentos.
Existen aún personas relacionadas con esta finca cocotera a las cuales se les puede entrevistar para conocer aún más, entre ellos conviene destacar a don José Novelo, hijo del ex administrador Pablo Novelo y quien también fuera administrador un par de años, en los años 90´s; así como don Sebastián, quien fuera el estufero de la finca y continua viviendo dentro de ella como vigilante.
Al iniciar el siglo XX Sabancuy se convirtió en un importante “lugar de paso”, tanto de personas como de cargas que se transportaban a Ciudad del Carmen proveniente de las selvas de Candelaria, Mamantel y Guatemala.
Pasada la Revolución Mexicana, fueron liberados los peones de las fincas y aunque muchas haciendas se abandonaron; otras se transformaron en pequeñas comunidades y los trabajadores se convirtieron en pobladores y en ocasiones incluso trabajaron para los anteriores propietarios, aunque esto se daba bajo nuevas condiciones laborales y de vida. Este podría considerarse el caso de Las Palmas.
Una vez que terminó esta etapa, en Sabancuy se reanudaron las actividades agrícolas, principalmente el maíz y la copra. Sin embargo, uno de los principales problemas para la producción económica era lo difícil de las comunicaciones, aunque en el caso del negocio de Las Palmas, se tenían embarcaciones que recorrían rutas locales, incluyendo a Campeche, Champotón y Carmen, nacionales hacia Veracruz, Tabasco y Yucatán, e incluso internacionales, en el caso de Cuba y Estados Unidos.
La industria cocotera en la región inicio desde los años 20 del siglo XX, aunque su auge será hasta llegados los años sesenta y ochenta. El principal destino que se le dio a la producción durante los años de apogeo en esta zona fue el uso industrial, que a finales de los ochenta se llevaba a cabo en una fábrica de coco rallado llamada “La Cococo”, que se encontraba ubicada a la altura de la finca Las Palmas.
En las últimas décadas del siglo se inicia la decadencia de la industria, tanto por causas externas, como fue el caso del amarillamiento del coco en 1990 y los nuevos materiales que reemplazaron al coco en los procesos industriales; como internas en el caso de la mala administración, según los testigos, que tuvo don Rubén cuando le tocó hacerse cargo de la finca. Las jornadas laborales consistían en ocho horas diarias, tiempo en que se producían cerca de cincuenta mil cocos los cuales se vendían en exclusivo al extranjero durante la primera mitad del siglo. Estas ventas las llevaban a cabo en tres grandes embarcaciones, que eran el “Ciudad del Carmen”, el “Don Paco” y el “José Ángel”, propiedad del empresario carmelita Isaac Sosa, pudiendo cargar cada uno en sus bajeles, pedidos que iban desde los 200 hasta los 1000 sacos (cada saco con 100 cocos).
El proceso de  carga de los barcos tomaba día y medio y la llevaban a cabo los hombres solteros trabajadores de la hacienda. Por la poca profundidad de la costa, los barcos no podían acercarse, por lo que con la ayuda de  un chalán (pequeña embarcación plana que se usa para cargas) y un cayuco se acercaban a los barcos.
Las ganancias mensuales del negocio se estimaban en 150 mil pesos, algo bastante elevado para la época, y por ello, los trabajadores de aquí se encontraban entre los mejor pagados de la zona y los que contaban con la mejor calidad de vida. Según la ley, el jornal estaba establecido en $3.50, el cual se cumplía sin ningún problema con todas personas cada sábado sin falta, en el que les entregaban $21, los cuales podían guardar ya que gran parte de las necesidades las cubrían con su producción en el solar que tenían asignados, por lo que los gastos eran mínimos Inclusive la gente recuerda que los dueños fueron muy considerados, apadrinaron muchos de los nacimientos del lugar, les organizaban fiestas en días especiales, sus visitas (en intervalos aproximados de dos meses) eran días en que el trabajo se perdonaba y se hacían grandes comidas en su honor, incluso, ya en los últimos años de estudio, mandaron construir una pequeña, pero muy hermosa, capilla, y se encargaban de que el párroco de Sabancuy les diera los oficios correspondientes.




Fuentes consultadas:
Álvarez Aguilar, Luis Fernando. 2006. Sabancuy: del esplendor mesoamericano a los tiempos modernos. Universidad Autónoma del Carmen. Campeche. Campeche, México.

Wikipedia. Copra. Recuperado 20 de diciembre de 2012. http://es.wikipedia.org/wiki/Copra

Comentarios

  1. Viví cerca de tres años ahí y jamás se me ocurrió sentarme a platicar o preguntar de esto :/

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  2. Se les olvidó mencionar que los propietarios de esa Finca son la Familia Sélem desde hace 100 años!!

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