Víctor Alfonso Medina Lugo
“Los lugares sin fortificación son como cuerpos sin alma, su unión es tan precisa que si se aparta el alma, el cuerpo queda sin vigor, inútil y expuesto a la invasión de la corrupción humana. No puede en mi sentir haber comparación más adecuada al asunto, pues los lugares abiertos, siempre quedan expuestos a la invasión y codicia del enemigo, pues le falta el alma, que es la muralla y su fortificación”. Martín de la Torre.
Desde finales del siglo XV el mundo entró en una era de grandes cambios y transformaciones. La sociedad europea se enfrentaba al desconocido y completamente nuevo mundo americano y, por otro lado, el paradigma que ellos tenían sobre su universo se transformaba con los avances en las ciencias, las artes, la política y los nuevos descubrimientos geográficos. Era la época del Renacimiento.
A partir de los viajes de Cristóbal Colón, las posteriores exploraciones y gracias a los favores del papa Alejandro VI, España se consolidó como la dueña de América, dejando fuera a otras naciones como Inglaterra y Francia.
El constante movimiento transatlántico de las riquezas generó la envidia entre quienes sólo se sentaban a mirar cómo España se quedaba con el botín. Bajo el argumento de que “Adán no lo excluyó de su testamento”, Francisco I, Rey de Francia, motivó a sus navegantes a asaltar las naves españolas mediante las patentes de corso.
Así, en 1522, hizo acto de presencia el primer pirata caribeño, Jean Fleury (recordado entre los españoles como Juan Florín o Juan Florentín), quien logró como botín, obtener parte del tesoro que Hernán Cortés había conseguido en la conquista de Tenochtitlán y que había enviado como tributo para el monarca Carlos I de España.
El principal problema que enfrentó España con estos nuevos territorios, fue su tamaño, puesto que le era imposible establecer un sistema defensivo que lo protegiese en su totalidad. Debido a ello, la Corona buscó integrar a las autoridades y los encomenderos a este sistema, por lo que en 1552 el Emperador Carlos V emitió decretos obligándolosa colaborar con sus propios recursos en la defensa de los territorios, y en caso contrario se les debía juzgar por faltar a sus obligaciones. Estas prioridades de protección estuvieron vinculadas a tres principios básicos que eran el resguardo del territorio colonizado de cualquier intento de vulneración o apropiación por parte de otra potencia, la protección de los habitantes contra los saqueos piráticos a consecuencia de las actividades económicas y contar con resguardos frente a una posible sublevación indígena.
Fueron dos las medidas tomadas por las autoridades para la protección de sus bienes. La primera de ellas fue la creación de flotas para el comercio transatlántico que saldrían dos veces al año y la prohibición terminante a las embarcaciones de navegar en solitariobajo pena de perder su carga. La segunda medida fue la construcción de fortalezas y sistemas de vigías en las costas y puertos de sus colonias americanas. Todas estas construcciones formaban parte de un complejo sistema de fortificaciones que iniciaba en las costas y culminaba en los principales centros urbanos y funcionaba como un todosimultáneo.
Fue precisamente en la zona caribeña donde los españoles iniciaron la edificación de un sistema defensivo; para la construcción de este nuevo concepto se tienen que considerar las grandes transformaciones tecnológicas que el Renacimiento trajo consigo, por ejemplo, el empleo de nuevas armas como mosquetes, bombardas, cañones, morteros,que fueron las nuevas herramientas con un mayor poder de destrucción. Una nueva tecnología militar se abría paso y se puso de manifiesto en la zona caribeña. El rápido desarrollo de la artillería hizo visible que los antiguos lienzos de muralla de gran altura habían llegado a su momento de decadencia.
La constante presencia pirática en el Golfo de México, que impedía el desarrollo del comercio y de la economía española, obligó a las autoridades españolas a buscar medioseficaces de protección ante los enemigos del mar. Estas medidas fueron tanto materiales, como prácticas defensivas. Las primeras edificaciones que se usaron para protegerse en el siglo XVI, aunque no fueron diseñadas con ese fin específico, son las iglesias, un ejemplo de ello es el convento de los hermanos de la orden de San Francisco de Asís en la villa de San Francisco de Campeche, quienes habían llegado desde 1545 y ya para el año de 1546 habían concluido su sólido convento que se utilizó durante el ataque de William Parker en 1597. Los templos, gracias a su robustez, fueron capaces de soportar el asedio de los enemigos, a la vez que, al tratarse de la casa de Dios, transmitía a la población el sentimiento de auxilio divino en un momento de desgracia.
Con la piratería en ascenso, las autoridades españolas plantearon la construcción de fortificaciones que dieran protección y auxilio a la población, pues dos eran sus grandes miedos, la amenaza de las potencias extranjeras y la posibilidad de sublevacionesindígenas; lo que llevó a construir sistemas de vigilancia en las principales poblacionesy a lo largo de toda la costa que se encontraba completamente desprotegida. Esta situación es la que llevó al establecimiento en 1564 de la Capitanía General en Yucatán, dando una independencia en los asuntos militares a la península con respecto del Virreinato y la Real Audiencia.
Los primeros elementos de protección se distribuyeron a los largo de la zona norte de la península y más tarde se le añadieron trincheras y reductos. El fin principal de estas construcciones era la prevención de cualquier posible desembarco que amenazara a la capital de la provincia, la ciudad de Mérida.
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