En el año de 1626, en la villa de San Francisco de Campeche, en la Nueva España, una mujer, de nombre Catalina, se presentó ante las autoridades religiosas para denunciarse a sí misma por brujería.
No se trataba de cualquier tipo de brujería, lo que Catalina intentó fue "hechizar a un hombre".
Catalina Antonia de Rojas, su nombre completo, vivía en Campeche, casada con Cosme de Sarao, quien era un tratante de indios. Catalina tenía veinticinco años, cuando se puso en contacto con una india, de nombre Catalina Puc, también habitante de Campeche.
Catalina Antonia le dijo a Catalina que estaba "tratando" con cierto hombre de la villa, pero que estaba celosa de otra mujer, y quería que le diera algo con lo que aquel hombre no se acercara más a la otra mujer.
Catalina Puc le respondió que necesitaba saber los nombres de las personas involucradas en el asunto, de lo contrario no se podría trabajar con eficacia. Catalina Antonia accedió a darle los nombres, sin embargo, no quedaron guardados en el registro.
Al saber los nombres, Catalina Puc salió del lugar del encuentro y se fue a donde estaba la susodicha pareja. Al poco tiempo, volvió con Catalina Antonia y le afirmó que no tenía nada de qué preocuparse. Que la mujer saldría pronto de la casa del hombre, y que éste, ni siquiera podrá dormir de tanto pensar en ella. Dicho esto, la india se fue.
Al cabo de los días, una mañana apareció la india Catalina y le preguntó que si ya había ido el hombre. Catalina Antonia le dijo que no, y la india le respondió: "No te preocupes, ya vendrá". Ese mismo día, a la hora de la siesta, se apareció el hombre ante Catalina y le dijo que no había podido dormir de tanto pensar en ella, y que a la otra mujer ya no la puede ni ver, que hasta le parecía "el diablo".
Y desde aquel día, tuvieron paz.
Este testimonio se encuentra en un documento titulado "Autodenuncia de Catalina Antonia de Rojas por hechizar a un hombre", y se encuentra resguardado en el Archivo General de la Nación, dentro del ramo de Inquisición.
El puerto de Campeche, justamente por su condición portuaria, era un lugar en el que convivían gentes de muchos lados, españoles, indios, mulatos, llegados de todas partes de la Nueva España y de las Americas. Eso produjo constantes acusaciones de brujerías, supersticiones, bigamia, entre muchos otros casos.
Estos documentos nos abren una ventana a la vida cotidiana dentro de una población del siglo XVII novohispano, y nos permite apreciar de una forma más humana ese pasado, pues demuestra que las personas han tenido siempre sentimientos y deseos, tal cual y es hoy en día.
La hechicera. Manuscrito de la Biblioteca Nacional de Florencia. Códice Magliabecchi. |
Fuentes:
A.G.N. Inquisición, vol. 360, t.1, exp. 92, ff. 245-246
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